Geroge Clooney Y Brad Pitt son los mejores amigos que hay en Holliwood

“Cuando Brad consiguió el papel de Thelma & Louise, al que yo también aspiraba, sabía que iba a ser una gran película, pero no TANTO”.

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Durante tres décadas, sus vidas se han entrelazado en la absurdamente glamurosa cima de Hollywood. Ahora, tras cruzar el umbral de los 60, se sienten más cómodos que nunca repartiendo caña, impartiendo el tipo de sabiduría que se adquiere con esfuerzo y, no menos importante, discutiendo sobre quién llevaba el mejor mullet en los 80.

Lo primero primero que se oye es la risa. Je, je, je, je. Una risa pausada, como si tuviera todo el tiempo del mundo para reírse. Algunos de los edificios de Château Miraval, de donde sale Brad Pitt café en mano, tienen casi 200 años. La risa resuena en la piedra: je, je, je, je, je. Resuena entre los bancales de olivos. Agita la lavanda y el romero en sus macetas de piedra. Hace alzar el vuelo a las mariposas posadas en flores rosas hacia el cielo provenzal, del mismo azul claro que vio y pintó Matisse. Resuena en el lago, en los viñedos, en la antigua capilla y en el Mercedes negro descapotable que llega con George Clooney al volante. Gafas de sol negras. Polo negro. Mocasines. Cuando ve a Pitt, grita: ¡Hermano! Y entonces se vuelve a oír la misma risa: je, je, je, je, je.

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Brad y George están acostumbrados a vivir así: rodeados de belleza, en un entorno de majestuoso aislamiento. Son amigos desde hace casi un cuarto de siglo, en parte por lo que comparten: la comprensión de que el camino que todo joven actor sueña con recorrer —un camino sembrado de un embriagador cóctel de dinero, atención y éxito— acaba aquí, en un lugar que un ser humano normal apenas podría describir (créanme, lo estoy intentando), ni mucho menos identificarse con él. ¿Y qué otra cosa se puede hacer salvo reírse?

Ayer Brad estuvo en el circuito de Silverstone, en Inglaterra, rodando una película de gran presupuesto sobre un piloto de F1 que ahora se titula… F1, conduciendo un coche de F2 hecho a medida y estirado para simular un bólido F1, y que alcanza casi 260 km/h en las rectas. “Llevamos mucho tiempo haciendo esto”, dice Brad. “Y cada vez es más difícil dar con una experiencia nueva, o con algo que te entusiasme, y esta lo ha sido para mí”. George, por su parte, acaba de llegar de Italia, donde está terminando una película aún sin título dirigida por Noah Baumbach y que protagoniza junto a Adam Sandler y Laura Dern. En la película, George interpreta a una estrella de cine: “Bueno, igual es un poco exagerado”, dice riendo.

Está previsto que ambos regresen al trabajo en uno o dos días. Pero, de momento, están aquí, en Miraval, la residencia de Brad desde que él y su entonces esposa, Angelina Jolie, adquirieran la propiedad en 2011 (en 2021, Jolie vendió su mitad, una transacción que ahora está siendo objeto de un amargo y extenso litigio). George y su familia también tienen una casa en la zona, justo al final de la carretera, en una finca que compraron hace tres años. “Acabo de llegar en coche desde mi casa, literalmente”, dice George. “Llevo allí dos años. Nunca había estado aquí. Está solo a nueve minutos”.

“Durante la pandemia”, aclara Brad, sobre cuándo y cómo la familia Clooney adquirió la finca. “Y POR INTERNET”.

“Sí, por internet”, admite George.

Abundan muchas de esta bromas típicas de ricachones. Comparan información sobre canteros portugueses, los artesanos a los que llamas para construir y mantener tus bancales de olivos y demás. Este lago de aquí, pregunta George, ¿es natural? Brad dice que es de escorrentía, de la bodega, pero que hace unos años lo amplió, y George murmura para sí: Este tío va y agranda su lago… ¿Quién hace tal cosa?

Hay muy poca gente que haya experimentado lo que ellos han vivido. Que se puedan identificar con la fama, el dinero, la apatridia, las décadas de vida pública. Por no hablar del trabajo. Desde Ocean’s Eleven, han rodado dos secuelas de la franquicia, han participado en Quemar después de leer, de los hermanos Coen, y el año pasado se juntaron para rodar una película titulada Wolfs. En Wolfs —escrita y dirigida por Jon Watts y producida por Apple, Clooney y Pitt—, ambos interpretan a facilitadores profesionales rivales contratados para realizar el mismo trabajillo. Es una comedia, una película de acción, una excusa para que dos tipos a los que les gusta acabar las frases del otro en la vida real vuelvan a hacerlo en una película.

Wolfs es también una meditación no tan sutil sobre sus dos estrellas, quienes interpretan a dos tipos muy competentes a los que se les ha pasado un poco el arroz. George tiene 63 años; Brad, 60. Son, en muchos aspectos, los últimos de su especie. “Recuerdo cuando tenía 20 años y oía que alguien moría a los 63…”, dice Clooney. “Y yo pensaba: han tenido una buena vida”.

Je, je, je, je, je.

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Y sí es una buena vida. Brad nos pregunta si queremos ir a la parte de abajo de la capilla, el lugar de algo que llama cocina de verano, y que resulta ser una cocina al aire libre con terraza y un par de mesas con vistas al viñedo y al lago.

La última vez que hablé con George fue durante la pandemia. Tengo una imagen de él, con el pelo crecido y desgreñado, hablándome por Zoom desde el salón de su casa y con su hijo en el regazo. La última vez que hablé con Brad fue en una pequeña casa con piscina en La Cañada, que no pertenecía a ninguno de los dos. Contemplando ahora la vista que tenemos delante, aún no he decido cuál de estas tres experiencias ha sido la más surrealista. Pero así son las cosas con estos dos.

George, vienes de rodar una película de Noah Baumbach. En la última década, has procurado no actuar mucho, sobre todo en películas que no dirigieras tú también. Ahora, con Wolfs y el proyecto de Noah Baumbach, vuelves a protagonizar películas de otros. ¿Por qué?

GEORGE CLOONEY: La razón principal es que dirigir un proyecto implica al menos un año, y ahora mis hijos ya tienen cierta edad. No vamos a desarraigarlos y a cambiarles de colegio sólo para poder ir de un lado a otro. Antes nos los llevábamos, nos íbamos todos juntos. Pero ahora es diferente. Probablemente me centraré en otras cosas, como actuar.

Brad, una vez hablamos y me dijiste algo así como: “Estoy intentando trabajar menos”. Estabas haciendo una película al año, tal vez.

BRAD PITT: Bueno, ahora hago una película en un año y medio [risas]. No, lo cierto es que sigo en la misma trayectoria. Me siento igual. Intento disfrutar de la gente que quiero y simplemente vivir [dice mientras gesticula hacia el viñedo]. No sé cómo no sonar cursi, pero el aire es fresco y la hierba es verde. Me he convertido un poco en ese tipo de persona.

Clooney: Luego es que también pasa una cosa interesante. Tienes 60 ahora, ¿verdad?

Pitt: Sí.

Clooney: [Suelta una risita]. Me hace gracia. Cuando cumplí los 60, mi mujer y yo tuvimos una cena muy agradable. Y le dije: “Mira, tengo 60 años”. Ahora tengo 63. Y después: “Todavía puedo jugar al baloncesto con los niños. Todavía puedo estar ahí y hacer un montón de cosas porque físicamente sigo teniendo muy buena forma”. Y proseguí: “Pero da igual cuántas barras de granola me coma. En 20 años, tendré 80. Y ahí ya estamos hablando de otra cosa”. Es una edad en la que tu masa muscular y tus huesos  son frágiles. Toda esa mierda cambia, así que en los próximos 20 años tenemos que centrarnos realmente no sólo en el trabajo, porque tienes que seguir trabajando, sino también en la vida.

Pitt: Empiezas a entender la idea de mortalidad [Clooney se ríe afirmativamente] y de que es algo con lo que todos tenemos que lidiar. Te vuelves más consciente de ello.

En Wolfs interpretáis a tipos hipercompetentes, muy buenos en lo suyo, pero que quizá se están haciendo un poco mayores para la profesión. Entiendo que el arte no es la vida, pero me preguntaba si os sentís identificados.

Clooney: Mira, no somos estúpidos, pero aún nos queda gasolina en el depósito.

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Una vez me dijiste: “Si te fijas en las carreras de otros actores —como la de Cary Grant, por ejemplo—, en realidad son más cortas de lo que parece”.

Pitt: ¿Ah sí? ¿Lo son?
Clooney: Pues claro que los son, tío. Duran como 20 años. Poco. Pero Cary Grant era un tipo interesante. Se vio en una película, no recuerdo quién era la protagonista, y dijo: “Parezco demasiado viejo para besar a esa chica”. Y se retiró. Y se pasó otros 20 años como Cary Grant. Pero muchos de los actores que te pueden venir a la mente, como Clark Gable, no duraron tanto como crees. Veinticinco años como mucho. Y, ya sabes, nosotros vamos ya para 40, y es jodidamente aterrador. [Nota del periodista: Grant y Gable tuvieron carreras que duraron un poco más de 20 o 25 años. Pero el argumento se sostiene].

¿Te sorprende estar aún al pie del cañón?

Clooney: ¡Y tanto! Recuerdo que hablé con [Matt] Damon sobre esto hace 25 años, cuando triunfó por primera vez con su película y ganó el Oscar. Le dije: “Que sepas que si consigues una carrera de 10 años a este nivel es que te ha tocado el gordo”. Nadie aguanta mucho más que eso. Así que, sí, me sorprende seguir teniendo trabajo.

Brad, una cosa que te gusta decir en las entrevistas es: “Estoy en las últimas”.

Pitt: Hablaba más en clave de temporadas. Me tuve que ir de la seguridad de los Ozarks. Te embarcas en esto y todo es puro descubrimiento: emocionante, interesante, doloroso, terrible y demás. Y luego, cuando te permiten entrar en las grandes ligas, surgen otras responsabilidades, cosas que tienes que atender. Pero también surgen oportunidades, y placer, y la posibilidad de trabajar con gente a la que respetas muchísimo. Por eso ahora te preguntas cómo van a ser estos últimos años. Porque veo que mis padres están muy… Y me remito a lo que George estaba diciendo. A los 80, el cuerpo se vuelve más frágil. Y, sin embargo, ahí está Frank Gehry, un hombre de lo más encantador que tiene 95 años y que sigue creando grandes obras de arte, además de tener una hermosa familia. Y creo que es la fórmula para seguir siendo creativo y seguir amando la vida.
Clooney: Tenemos suerte también. La nuestra es una profesión que no te obliga a jubilarte.

Bueno, están las dos caras de la moneda, ¿no? Ahí está ese cliché entre los actores de que de repente el teléfono deja de sonar.

Clooney: Sí, pero hay dos formas de abordarlo. El teléfono deja de sonar si decides que quieres seguir siendo el personaje que eras cuando tenías 35 años, y además una lente más suave. Pero si estás dispuesto, digamos, a perder algún puesto en la lista e interpretar un personaje interesante, entonces puedes… ¡Tienes que hacer las paces con la idea de que vas a morir! A veces me acerco a la gente y me dicen: “Oh, eres mayor de lo que pensaba”. Y yo: “¡Tengo 63 años, idiota!”. Es así, ¡así es la vida! Y mientras puedas aceptar la idea del cambio, todo estará bien. Conozco a muchos actores que se dedican a esto —y tú también—, que no lo superan e intentan desesperadamente aferrarse a ello.

George está a punto de decir algo más, pero justo aparecen dos niños adorables seguidos de una mujer alta y elegante con un vestido blanco que resulta ser Amal Clooney.

George me presenta a sus gemelos de siete años, que ya han empezado a subirse al regazo de Brad: “Este es Alexander, y esta es Ella”.

Amal le da un abrazo a Brad. Dice que la propiedad es increíble. “Los niños decían: ‘¿Todo esto es la misma casa? ”.

“¿Os gustan los animales?”, les pregunta Brad a los gemelos. “Hay un montón de animales por ahí a los que hay que dar de comer”. Empieza a recitar la población animal de Château Miraval
—monos, conejitos, mini caballos— mientras Alexander y Ella se emocionan cada vez más.

Al final, acabamos todos sentados para comer: “Los invitados a este lado”, dice Brad, de modo que George, Amal y yo nos sentamos en fila frente a Brad, mirando hacia el terreno.

“¿Cómo ha ido la entrevista?”, pregunta Amal.

“Acabamos de empezar”, responde George.

“Llevamos ocho minutos de entrevista”, dice Brad.

“Has sido muy oportuna”, añade George.

“¿Seguro que con eso te basta?”, me pregunta Amal riéndose.

Fuera, en el césped, sus hijos se encamaran sobre una pieza de escultura que, a decir verdad, parece algo a medio camino entre una escalera y una mesa.

“Intentad no hacer mucho el tonto”, les grita George con la voz cansada de los padres de todo el mundo. “Sed precavidos”.

Empiezan a contarle a Amal la ropa que se han probado para la sesión de fotos de GQ.
“Tu hombre se estaba aventuran–do”, comenta Brad.

“Que te has puesto? ¿Algún color llamativo?”, le pregunta Amal.

“Soy demasiado viejo para que me importe”, responde Clooney.

“Eso es otra cosa de hacerse mayor”, dice Brad. “Es demasiado trabajo controlar las cosas. Es mejor dejarse llevar un poco por la corrie

Clooney Pitt 7 Eso es lo zen, lo admirable, pero ¿puedes hacerlo de verdad?

Pitt: Ah, sí. Es mucho más fácil. La verdad es que no sopeso tanto las cosas. Si me hace sentir bien, confío en ello y lo hago.

¿Siempre has sido así?

Pitt: Cada vez más. Cuando eres más joven, percibes amenazas y crees que tienes que protegerte de ellas. Y luego te das cuenta de que es algo agotador.
Clooney: También estás mucho más dispuesto a reírte de ti mismo. Cuando eres joven, siempre estás intentando proteger algo. Cuando llegué al punto en el que podía elegir una película, aceptaba todo lo que se me ponía por delante porque no entendía que iba a ser responsable de la película. Así que me ofrecen Batman y Robin, y llamo a mis amigos en plan: “¡Voy a ser Batman!”. Realmente no lo piensas. Y luego, después de hacer tres películas de la saga que no funcionaron, entendí que tenía que ser más responsable, que es necesario ceñirse a los buenos guiones y a los buenos directores, si se me permite elegir. Y eso significa que tienes que olvidarte del dinero. Porque recuerda: cuando de repente te haces famoso y alguien te ofrece un montón de dinero, piensas: “Joder, nunca me han ofrecido tanto dinero antes. Nunca me han ofrecido nada”.

Brad, ¿piensas lo mismo?

Pitt: Se refiere a que tienes que ser consciente de lo que mucho que cargas a tus espaldas. Y entonces dices: “Vale, muy bien. Pero voy a elegir”. Cuando te das cuenta de que eres responsable, das un paso adelante y empiezas a hacer llamadas. Por ejemplo, cuando hice Seven —después de haber tenido una mala experiencia con una película anterior en la que editaron escenas que yo consideraba vitales—, exigí que en el contrato pusieran: la cabeza de la esposa se queda en la caja.
Clooney: Apuesto a que intentaron sacarla.
Pitt: Totalmente. Y el personaje se carga a John Doe. Ambas cosas están reflejadas en mi contrato. Pero cuando llega el momento, vienen y me dicen: “Pues sería mucho más heroico que no lo hiciera”. Y tú dices: “Sí, claro que lo sería. Pero no”. Y luego: “Lo de la cabeza de la mujer… ¿Igual es un poco demasiado? ¿Y si ponemos las cabezas de los perros? Mejor las cabezas de los perros”. Que no.

Wolfs parece un regreso al pasado. El planteamiento consiste, básicamente, en vosotros dos. No es propiedad intelectual, no es una secuela; sois solo dos estrellas de cine en el cartel. ¿Por qué ya no se ven muchas películas así?

Clooney: Bueno, ya no hay estrellas de cine como las que solía generar el sistema de estudios. Nosotros llegamos un poco al final de esa época, cuando podías trabajar para un estudio y hacer tres o cuatro películas. Había un plan para que así fuera. Pero no creo que ahora sea necesariamente el caso. Es más difícil venderle algo a alguien con una estrella. Pero, al mismo tiempo, es un gran momento para ser un actor joven. Porque, cuando yo era un joven actor y consultaba la contraportada del LA Times los lunes por la mañana, veías que se estaban haciendo 64 series. Si salías en una de ellas, esperabas al menos que estuviera entre las 20 primeras, porque entonces se seguiría emitiendo. Pero eso era todo. Luego los estudios hacían cinco películas al año. Ahora se estrenan 600 series, así que hay mucho más trabajo para los actores.

Clooney Pitt 6 Cuando un estudio de Hollywood como Paramount —ahora relativamente pequeño en comparación con el músculo de Netflix o Apple— se pone a la venta, como ocurrió este verano, ¿os intentan involucrar de alguna manera? Siendo dos grandes figuras de Hollywood, vuestras opiniones podrían tener peso.

Pitt: A mí no. A ti te llaman para estas cosas mucho más que a mí.
Clooney: Me llaman para muchas cosas, pero no para la venta de un estudio.

¿Pero te sientes comprometido con el resultado de alguna manera? Puede ser un estudio menos, y eso significa algo.

Clooney: Paramount es uno de los grandes estudios originales, pero hay cosas sobre las que no puedes opinar. Están devorando el negocio. Como todo lo demás los grandes Walmarts y Amazons del mundo. Paramount es nuestra versión de tienda de barrio en una ciudad pequeña.

Una de las cosas que más me gustan de Wolfs es que hay mucha acción, pero también mucha interacción entre vosotros. ¿Estáis usando el músculo de Ocean’s Eleven?

Pitt: Es un músculo de tiempo libre. Son 30 años de tiempo libre entre rodajes. [Nota del periodista: han pasado 23 años desde que Pitt y Clooney rodaron Ocean’s Eleven].
Clooney: Pero superponer diálogos tiene su arte, ¿verdad? Porque cuando lo haces mal, estás solapando antes de oír la frase o la palabra que te daría la entrada para hablar. Y lo divertido con Brad es, y creo que tienes razón, que son años de hacer esta mierda, de hablar juntos…
Pitt: Diciendo tonterías entre tomas.

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He podido hablar en otras ocasiones con ambos sobre actuar y tenéis filosofías muy diferentes. Brad ha dicho: “Actuar es como la música. Simplemente sientes el ritmo”. Y George es más de admirar a tipos como Spencer Tracy, en plan: “Salgo, miro mi entrada en el guion y  ahí es cuando empiezo la escena”. Tenía curiosidad por saber dónde sentís que os encontráis como artistas.

Clooney: Soderbergh solía hablar de esto cuando hicimos Ocean’s, porque todo el mundo estaba tratando activamente de regalarle la escena a la otra persona. Y eso era una especie de generosidad de espíritu, pero también la confianza de que no tienes que agarrarte y aferrarte a todo. Y cuando haces eso, curiosamente, todo…
Pitt: Sí, cuando todo el mundo gana, la cosa gana. Tú ganas cuando el otro gana. Recuerdo una historia, que no sé si es verdad, que para Dos hombres y un destino no querían a Redford, que iban a contratar a otro…
Clooney: A McQueen o alguien.
Pitt: Pero Redford terminó consiguiendo el papel. Y en algún momento quedó claro que el tío se comía la pantalla. Estaba dejando huella. Y que habían ido a Newman —esta era una producción de Newman, con George Roy Hill— a decirle: “A lo mejor conviene quitar algunos primeros planos porque es muy bueno”. Y que Newman dijo: “No no no. Déjalo. Déjale actuar”. Y creo que es en parte por ese tipo de generosidad por lo que ambos han dejado una huella tan indeleble durante tanto tiempo.
Clooney: También están Gregory Peck y Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma. Era el primer papel protagonista para ella. Se suponía que tenía que ser una cosa más tipo: “Gregory Peck en Vacaciones en Roma”. Y cuando Peck vio el primer montaje de la película, llamó al estudio y dijo: “Ella se va a llevar un Oscar por esta película y vamos a quedar como gilipollas si sale mi nombre y a ella la dejamos en un segundo plano”. Y lo cambiaron. Hay cierta capacidad y confianza en no sentir que alguien te está pisando o te está quitando.

¿Sabéis ya quién es Redford y quién es Newman?

Pitt: No, tío. Somos George y Brad.
Clooney: No queremos que nos comparen con ellos. Son iconos.

Tengo una pregunta un poco grosera, que es: ¿Sois amigos de verdad?

Clooney: Es una muy buena pregunta. Después de la orden de alejamiento que pedí contra él…Pitt: En realidad, yo ya tenía una primero, es redundante, innecesaria. Por eso ahora estamos sentados a dos metros de distancia.
Clooney: Sí, tío, somos amigos. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Y es divertido porque también nos cuidamos  mutuamente de vez en cuando, que es una parte importante de esto. Las cosas se complican en la vida y siempre tienes que asegurarte de que todo el mundo esté bien.
Pitt: George es probablemente el que mejor entiende, el que mejor ve el tablero de ajedrez y las posibles jugadas. Llamaré mucho a George cuando las cosas se pongan difíciles.

¿Cómo funcionáis? ¿Os enviáis mensajes de texto?

Clooney: Estaba haciendo Viaje al paraíso con Jules [también conocida como Julia Roberts] y, volando en helicóptero, nos mandábamos mensajes de texto con Brad…
Pitt: Me mandaban fotos con caras de memos desde cada lugar al que fueran. Ni siquiera se las pedía. Escucha, ha habido experiencias de trabajo maravillosas y también presiones muy fuertes. Una vez equiparé la fama a… primero, estás siendo cazado.

Te refieres a lo de la gacela.

Pitt: Exacto. La gacela. Que te aparten de la manada. George entiende algo que nadie más entiende, algo de lo que ni siquiera tenemos que hablar. Encuentro consuelo en ello. Luego hay otra tribu más pequeña que surge de todo eso debido a las presiones y a las luchas que uno tiene que librar en su vida. Cuando esto surgió pensé: “Tío, conozco a este tipo desde los 90 y he pasado por tantas cosas en la vida, por tantos giros y curvas y hay algo que, no sé, sentí que había algo realmente encantador en el hecho de poder hacer algo juntos”.

Siempre he pensado en la metáfora de la gacela que te gusta usar sobre la fama —te separas de la manada y te cazan…—.

Pitt: Todo eso lo ves en esos documentales sobre la naturaleza. Una gacela que se queda atrapada y entonces la empiezan a perseguir los leones y los guepardos. Y luego, si se escapan, pasan por el trauma, la conmoción…

Esa metáfora siempre me ha parecido solitaria.

Pitt: No solo solitaria. Da miedo. Puede dar miedo hasta que aprendes a moverte en la sabana, supongo. Por eso encuentro un verdadero consuelo en esto. Sé que él me protege. Y yo le protejo.
Clooney: Pero también… Realmente entiendo cómo llegas a algo, con trabajo duro y con cierto talento en lo tuyo… Pero también requiere cierta dosis de pura suerte. En serio. Pero también te la puedes crear. Hay una frase de Jack Nicklaus [Nota del periodista: Esta frase también se le suele atribuir a menudo a Gary Player o Arnold Palmer] en la que se marca un putt largo y un tipo dice: “Un putt de suerte”. Y él dice: “Bueno, es curioso, pero cuanto más entreno, más suerte tengo”. Puedes crear esa suerte, pero sigues necesitando suerte. Y una vez que superas eso, mantener el poder requiere diligencia. Es como un atleta olímpico. Y lo digo muy en serio. La gente que sobrevive… Mira cuántos han hecho una tontería en su carrera y cuánto y por cuánto tiempo les ha ahogado…
Pitt: Y luego hay gente como yo, que puede hacer cuatro o cinco tonterías y seguir adelante.
Clooney: [Risas]. No, pero requiere fortaleza. Mira, es divertido mirar a mi alrededor, lo miro a él y veo también al niño con un pelo de mierda en una sitcom de mierda en la que estábamos los dos…Pitt: Yo diría que era uno de los mejores mullets de la historia.
Clooney: ¿Mi mullet o el tuyo?
Pitt: Voy a decir que el mío.
Clooney: Vale, pues yo diría que era el mío. Pero, de nuevo, eso es parte de una buenísima experiencia compartida porque formó parte de lo que conseguimos después.

George, en la época de Ocean’s, decías que Brad lo tenía peor en cuanto al tema de la fama.

Clooney: Lo que solía hacer era provocar una situación con él. Me iba a la habitación de su hotel en Ámsterdam, y había unas 500 personas apostadas allí, toda la noche. Iba a su habitación, abría la puerta, salía y decía: “¡Hola a todos!”. Y luego volvía a entrar. Así que le molestaban toda la noche. Pero íbamos al aeropuerto, ¿recuerdas?
Pitt: Sí.
Clooney: Y yo salía y me decían: “¡George Clooney!”. Y yo: “Brad Pitt”. Y ellos decían, “¡Oh!”. Y todos corrían detrás de él.
Pitt: Recuerdo que una vez dije: “Chicos, esta vez me toca a mí. Vosotros quedaos fuera”. Y voy y es [Pitt gesticula el caos] y vosotros os coláis.
Clooney: Mucha gente —incluso los que alcanzan un nivel de fama bastante alto— encuentran la manera de poder llevar una vida normal, de pasear por las calles de Nueva York sin que les sigan y cosas así. Y hay, no sé, cinco o seis de nosotros para quienes nunca ha disminuido la cosa. Y nunca ha sido como: “Hey, vamos a dar un paseo por Central Park y que no se nos echen encima”. Simplemente, todavía no ha sucedido. Pero algún día sucederá, obviamente. Mi objetivo ahora es proteger a mis hijos, no quiero que los fotografíen. Nos ocupamos de temas muy serios, con gente muy chunga de por medio, y no queremos que circulen fotos de nuestros hijos por ahí. Así que tenemos que trabajar duro para mantener la privacidad, y no es cosa fácil, como te puedes imaginar. A veces evitas ir al hospital por algo por lo que normalmente irías, porque…
Pitt: Es un titular. “Venga, voy a curar esta herida de cuchillo”.

Clooney Pitt Clooney Pitt

¡Eso que dices es una salvajada!

Pitt: Cierto.
Clooney: Y tanto. Absolutamente. Evalúas la gravedad de algo antes de ir.
Pitt: Fractura abierta, vuelve a ponerla en su sitio.

¿Qué pensabais el uno del otro cuando os conocisteis?

Pitt: Para mí, George destacó por primera vez cuando la princesa Diana falleció en el accidente y George alzó la voz. ¿La cacería que sufríamos? Es difícil de explicar, no puedo describírsela a nadie. Era una auténtica locura. Había nueve coches siguiéndote. Esperándote.
Clooney: En París hemos sido víctimas de ese tipo de persecuciones.
Pitt: Dios, y te paras en un semáforo y salen todos en tromba y flash-flash-flash-flash-flash-flash. No ves nada, no puedes moverte porque estás atrapado entre los coches en un semáforo. Horrible. Es realmente invasivo saber que hay gente ahí fuera, escondida entre los arbustos. De verdad, es una sensación de mierda absoluta. Y entonces George se levantó y comento algo al respecto de lo que le pasó a la Princesa Diana. Fue ahí cuando lo vi, y pensé: este tipo tiene algo que no tenemos los demás. Ahí mismo reconocí a un líder.
Clooney: Lo gracioso es que yo era uno de los últimos en la carrera por Thelma & Louise. Y, cuando él lo consiguió, sabía que iba a ser una gran película, pero no que lo iba a ser TANTO. Y su carrera de repente hizo así [Clooney dibuja con la mano una recta ascendente], mientras que yo estaba haciendo una serie de televisión malísima o algo así. No volví a ver Thelma & Louise hasta dos años después.
Pitt: Tampoco te olvides de que somos unos hijos de puta competitivos. Lo somos. Quiero decir, todos nosotros. Damon. Todos.
Clooney: Quiero ganarte en cualquier trabajo. Pero si no lo consigo yo, me gustaría que lo consiguieras tú.

¿Competíais por los mismos papeles en los 90? ¿O ahora?

Pitt: En realidad no funcionaba así. Ni siquiera entonces.

Clooney: Ocurre algo muy interesante cuando llevas mucho tiempo trabajando con alguien: no tengo que estar cerca de él para saber lo que está haciendo o para sentir lo que está pasando. Y eso te da mucha tranquilidad y confianza porque piensas: vale, ya sé lo que va a hacer. Y por cierto, hay un montón de escenas en Wolfs en particular en las que se puede ver a uno de nosotros preparándole el terreno al otro. Así que ya no hay tanta competitividad.

“Ya no”.

Pitt: Sólo digo que tenemos una naturaleza competitiva. Como la competitividad que tendría un deportista. Y veo eso en la mayoría de los actores de nuestro entorno. Te enorgulleces de lo que haces, quieres que funcione de verdad. Pero al mismo tiempo, si no hubiera tenido un George Clooney en mi vida, no sé si habría alcanzado ciertos niveles porque te inspira a seguir adelante.

Clooney: Piénsalo de esta manera: los dos tenemos productoras, y los dos hemos producido una película que ha ganado el premio a la mejor película. Si yo produjera una película para competir con él, haría todo lo posible para ganarle. Pero recuerdo cuando Brad ganó el Oscar por la película que hizo con Quentin. Le escribí y le dije: “Estoy muy feliz de estar en un mundo en el que te dan un Oscar por tu trabajo como actor”. Porque, cuando eres Brad, es muy fácil hacer grandes películas comerciales, ganar un montón de dinero y tener una vida muy fácil. Pero sus elecciones como actor siempre fueron como Seven. Seven no es un home run. Cuando lees el guión, dices: ¿es una película comercial? No lo parece. Pero él la convirtió en una película comercial porque se mantuvo firme.

Pitt: Bueno, Fincher también tuvo que ver. La gente a la que te pegas, la gente con la que trabajas.

Por eso he preguntado por la competitividad. Aquí estoy al margen, pero en mi cabeza pienso, vale, David Fincher es el tipo de Brad. Y luego están los hermanos Coen, que te eligieron más a ti, George. Tarantino, Brad.

Pitt: [Señalando a George.] Soderbergh.

Exacto. Estamos hablando de los grandes directores de vuestra generación, y algunos de ellos gravitan hacia ti, George, y otros hacia ti, Brad. Pero desde un punto de vista competitivo, por ejemplo, si yo fuera tú, George, diría: “Quentin, estoy aquí”.

Clooney: Escucha, hice una película con Quentin. Él interpretaba a mi hermano.

En Abierto hasta el amanecer, sí.

Pitt: Anda, es verdad. Él estuvo bastante bien en esa.
Clooney: Estuvo bien, a secas.
Pitt: Hay una escena, que ahora mismo no recuerdo muy bien… Pero él es muy bueno.
Clooney: Quentin hizo algunos comentarios de mierda sobre mí hace poco y estoy un poco cabreado con él. Estaba nombrando estrellas de cine en una entrevista, y te mencionó a ti, Brad, y a otra persona, y entonces el tipo le dice: “Bueno, ¿y qué pasa con George?”. Y Quentin responde: “Él no es una estrella de cine”. Y luego, literalmente, dijo algo así como: “Dime una película de este siglo”. Y yo como: “¿De este siglo? Pero si abarca prácticamente toda mi puta carrera”.
Pitt: Je, je, je, je, je.
Clooney: Así que ahora estoy como, vale, tío, vete a la mierda. No me importa decir mierdas de él porque él las ha dicho de mí. Pero no, en serio, tenemos mucha suerte de haber trabajado con todos estos grandes directores. Director y guion es lo que te mantiene vivo, algo que aprendí después de hacer algunas películas realmente malas. No puedes hacer una buena película con un mal guion. Es imposible. Pero sí puedes hacer una mala película con un buen guion. Puedes cagarla.

Brad, la última vez que hablamos estabas pensando mucho en lo que significa ser un hombre, ser un padre, y has sido bastante abierto sobre tu tiempo en un grupo de Alcohólicos Anónimos…

Pitt: Sí, fue realmente genial. ¿Pero sabes que los de AA me echaron la bronca por eso? Me decían: “Esto es anónimo”. Y yo: “Vale, pero si quiero…”.
Clooney: ¿En serio? ¿Se han enfadado por eso?
Pitt: No he delatado a nadie. Todo el mundo sabe que esto existe. ¿Dónde está el problema?

Y George, la última vez que nos vimos, hablamos de que estás, más o menos, constantemente dolorido por esta lesión que sufriste durante el rodaje de Syriana.

Clooney: Ahora ya no tanto.
Pitt: Hubo un tiempo en el que no podía salir con nosotros en… ¿fue con Ocean’s Twelve? Estábamos haciendo una gran gira europea. Y, sí, lo veía sufrir.
Clooney: Cancelé en la pista [del aeropuerto].
Pitt: Vino con nosotros. Su columna perdía líquido y tenía migrañas constantemente. Y se suponía que íbamos a coger un avión para embarcarnos en la gira europea. Tienes que entender que todos confiamos en George. George es el que lidera. Aún así, con todo este dolor, se subió al autobús con nosotros para contarnos y explicarnos, para darnos un discurso.
Clooney: “¡A por ellos, chicos!”. Y luego me fui al hospital.

Lo que George me dijo la última vez que hablamos, y perdóname si me equivoco, es que habló con un especialista del dolor que le dijo: “Intenta redefinir tu umbral del dolor. Porque muchas veces lo que pasa con el dolor es que estamos constantemente de luto por cómo nos sentíamos antes”.

Clooney: Cuando lo hice por primera vez, me dieron un bote de Vicodin. Pensé: “Pero qué locura es esta”. ¿Te dan un bote de Vicodin y ya está? Yo no quería hacerlo así. De modo que terminé contactando con este especialista, que básicamente me dijo: “Si hubieras nacido sintiéndote como te sientes ahora, no sabrías que tienes dolor. Pensarías que así es como se supone que debes sentirte. Así que cambia tu manera de pensar en el dolor”. Y cambió. En primer lugar, me permitió dejar de tomar Vicodin. Pero también es algo útil para otros aspectos de la vida.

En fin, igual es una forma muy larga de preguntar, pero ¿sientes que has evolucionado como…?

Clooney: ¿Humano? ¿Tú qué crees?
Pitt: Sí, no lo sé. Hombre, eso espero. Dios mío. Salta si no lo has hecho. ¿No es así como es el juego?

Para algunas personas, seguro. Para otra gente… no.

Pitt: ¿En serio? Yo creo que se trata de eso. Encuentras más paz. Te sientes más cómodo en tu piel. Encuentras más amor en el mundo. Entre toda la locura que te rodea.

¿Hay cosas que sabes de ti mismo ahora que le dirías a tu yo más joven si pudieras?

Pitt: Todo va a ir bien. Eso es. Vale, es relativo, es una frase relativa. Pero todo va a ir bien.
Clooney: Mi tía [Rosemary Clooney] era una cantante muy famosa, y después dejó de serlo, pero no porque de repente fuera menos talentosa, sino porque los tiempos cambiaron y llegó el rock and roll, y la música pop y las mujeres cantantes se quedaron fuera. Es una buena lección que aprender para entender lo poco que tiene que ver contigo. Y cuanto más viejo te haces, más lo ves, y, bueno, no es mi brillantez la que me hizo alcanzar el éxito, pero tampoco es mi estupidez la que me pueda llevar al fracaso. Existen todos estos elementos con los que puedes ser un poco más reflexivo. Te llevas menos mérito por lo bueno y menos mérito por lo malo.

¿Crees que sigues descubriendo cosas sobre ti mismo a través de tu trabajo?

Clooney: Hay una narrativa que a la gente le encanta aplicarme, y es que siempre estoy interpretando una versión de mí mismo. Y yo siempre digo: “Vale, está bien, pero no sé si mucha gente está haciendo películas como  O Brother, Where Art Thou? y Michael Clayton”. Y creo que parte de la razón por la que se me permite hacer todo eso es que he participado en muchas películas de género que no tuvieron éxito. ¿Sabes lo que quiero decir? Si no tienes mucho éxito con las películas de acción, nadie te va a pedir que hagas más películas de acción. Y lo mismo con todo lo demás. Así que puedo decir que, en parte, en mi vida la falta de éxito masivo me permitió hacer otras cosas y probar cosas nuevas.

Clooney Pitt 3 Clooney Pitt 3

Brad, ¿existen todavía cosas de ti mismo que estés probando o explorando o que te interese intentar descubrir a través de la interpretación?

Pitt: Vuelvo de nuevo al tema del modo en que te organizas el tiempo. Yo busco nuevas experiencias, cosas del tipo, por ejemplo, de pilotar estos coches [de Fórmula 1]: la carga aerodinámica, los frenos de carbono. Te hace pensar: guau, guau. ¿En qué otro mundo podría hacer esto que estoy haciendo?
Clooney: ¡Frenos de carbono!
Pitt: Tío, no funcionan hasta que no llegas a los 150ºC. No van, no te paran el coche. Y si metes mucha caña, te suben a unos 480 ºC, creo. Si llegas hasta ahí, puedes conducir a toda velocidad hacia una pared de ladrillo y en la marca de frenado de 50 metros pisar fuerte y bajar a los 65 km/h. Es una experiencia increíble, es algo que me aporta. Siempre he pensado que esto era una cosa de gente más joven, por así decirlo. Y con respecto a lo que aportamos ahora… no sé hasta qué punto seguiremos haciendo cosas. Pero en mi caso solo busco experiencias. Y luego tengo en cuenta la gente con la que trabajo. Eso es todo. Sólo quiero trabajar con…
Clooney: Las personas a quienes les gusta lo que hacen. Como lo que decías antes de la asignación de tiempo. Cuanto más viejo te haces, más diferente es la asignación de tiempo. Cinco meses de tu vida es mucho. Así que no es como: “Venga, voy a hacer una película realmente buena, como Tres reyes y lo voy a pasar fatal porque David O. Russell me está haciendo la vida imposible, la mía y la de todo el equipo. No merece la pena. No en este momento de mi vida. Sólo por tener un buen producto.
Pitt: Tampoco merece la pena repetirnos. Es aburridísimo.

Pitt: No, ambos estamos haciendo muchas cosas fuera del cine, lo cual es bastante interesante.
Clooney: He escrito una obra para Broadway, Buenas noches y buena suerte. Voy a estar en Broadway. Seis meses de mi vida en Nueva York. Pero de nuevo, es como si estuviéramos hablando de la asignación de tiempo. No voy a hacer otra cosa. Voy a darme tiempo con mis hijos. Realmente disfruto llevándolos al colegio, y mi mujer y yo nos lo estamos pasando realmente bien. Así que no quiero perdérmelo. Pero esta es una oportunidad de hacer algo que nunca he hecho antes. Nunca he estado en Broadway. Así que seguimos intentando hacer cosas, cosas nuevas, probar cosas, pero también decimos: “Bueno, recordemos también que queremos vivir nuestra vida de una forma agradable también”. Un poco de ambas cosas. Todo con moderación, incluida la moderación.

Pitt: Je, je, je, je, je.

¿Estás de acuerdo con eso, Brad?

Pitt: Sí. [Pausa larga y filosófica]. Sí.

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